Resulta desolador que, treinta y cinco años después de la muerte de Franco, todavía exista una fractura social, política y económica que divide a nuestro país en dos bandos enfrentados entre sí.
El paso del tiempo ha evidenciado que el afán conciliador de la transición (imprescindible en aquel entonces) dejó muchas heridas abiertas en la sociedad, muchos conflictos sin resolver y muchas responsabilidades sin depurar.
Sólo así se entiende que el Partido Popular siga empeñado en no condenar explícitamente los delitos del franquismo y en acusar de vengativos y revanchistas a los que se atreven a reivindicar los derechos de quienes padecieron cuarenta años de opresión.
Sólo así se entiende que organizaciones de ideología radical, aplaudidas desde las filas del Partido Popular, recurran a las instituciones del estado de derecho para sentar en el banquillo a un juez de la Audiencia Nacional acusado de investigar los crímenes cometidos durante la dictadura.
Sólo así se entiende que la derecha española pretenda que aquellos que dieron su vida por la defensa de nuestros derechos y libertades sigan pudriéndose en campos y cunetas en vez de darles digna sepultura al lado de los suyos.
Es hora de pasar página y de unirnos todos alrededor de las garantías de pluralidad y de convivencia pacífica que nos proporciona nuestra Constitución, pero no sumiendo aquellos tiempos de barbarie en el olvido sino condenando a los asesinos y restaurando la memoria de sus víctimas.