Cuando llegan estas fechas a muchos nos inunda el llamado “Espíritu Navideño”. Buscamos la compañía de nuestros semejantes y, en un ejercicio de hipocresía, hacemos tan obscena exhibición de nobles sentimientos que parece que son los principios que guían nuestra conducta.
¿Qué sentido tiene ahora tanta bondad cuando sabemos perfectamente que no tardaremos en volver al oportunismo, la ambición y el odio?
De todas formas a mi me gusta aprovechar esta pequeña tregua para recuperar algo de fe en la condición humana y para hacer firme proposito de seguir defendiendo el modelo social y los valores en los que creo con serenidad y sin caer en la misma crispación que otros utilizan como argumento.
Ya veremos que nos depara el año que viene. Quizás haya suerte y por una vez se impongan la honestidad, el respeto y el diálogo.
En fin señores, lo dicho: PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.
FELIZ NAVIDAD.